Que tu actitud determine tu diferencia en oportunidades de participación

Por Silvia Juliana Martínez Barrera, ingeniera industrial, psicóloga y especialista en Gestión Humana

Nos encontramos en un mundo altamente evolutivo y competitivo, donde cada vez encontramos más diversidad entre los seres humanos; gracias a estas distinciones logramos enriquecer nuestras perspectivas y, a su vez, escuchar, observar y comprender aún más a las personas y ser más empáticas ante estas diferencias culturales y de formas de vida. 

Es cierto que el dinamismo ministerial y, a su vez, el interés de reconocimiento por parte de las comunidades han venido forjando un sinnúmero de nombres establecidos, aprobados y determinantes para lograr la caracterización de grupos poblacionales y los enfoques diferenciales, según las culturas, intereses y creencias, los cuales, sin duda alguna, han ganado respeto e identificación. Pero también es válido reconocer y resaltar que las capacidades y competencias de un ser humano no pueden medirse en magnitudes o dimensiones de raza, sexo u otros tipos de intereses o situaciones vividas que determinen su caracterización. Hablamos de ser incluidos, y es aquí donde queremos priorizar sobre el impacto directo que tiene la actitud en un individuo y cómo esta determina los resultados en su vida.

La actitud es una disposición tanto emocional como mental, la cual repercute en todo aspecto del ser humano, tanto en las relaciones interpersonales como intrapersonales, y se manifiesta en nuestra forma de ser, responder y actuar frente a entornos laborales, personales y familiares; a su vez, precisa la toma de decisiones y el cómo organizamos nuestro presente y vislumbramos nuestro futuro; es decir, nuestra actitud podría determinar el éxito y la felicidad en nuestra vida, determinando así nuestro futuro.

5 tips para trabajar tu actitud y manejo de emociones:

  1. Hacer las cosas bien hechas y dar siempre lo mejor y un poco más: Una buena actitud te llevará a realizar magníficamente tu trabajo en el cargo en el que te encuentres.
  2. Que tu motivación no sea siempre el dinero: Este, en realidad, es un efecto secundario. Busca que tu motivación sobrepase tus límites mentales y, por ende, el deseo de querer hacer siempre algo grande e inspirador en la empresa donde trabajes.
  3. Inclínate siempre a realizar un trabajo realmente excepcional: No caigas en el triste precio de la mediocridad. 
  4. Exígete a ti mismo más de lo que nadie puede exigirte: Pero deja de preocuparte por todo lo que no puedes controlar.
  5. Ten iniciativa, sé agradecido y valora tu empleo: Es la oportunidad que te da la vida para que desarrolles en ti el increíble ser humano que eres y le regales al mundo y a la empresa donde trabajas todo tu potencial, siempre orientado a desbordar tu buena actitud, tu disposición y optimismo de hacer siempre las cosas bien hechas. 

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